El Budoka espera el momento preciso para entrar en combate. Observa su alrededor, el movimiento de su contrincante mirándolo directamente a los ojos y ataca.
No actua en vano, sus ataques son certeros y decisivos.
Muchas veces se desespera porque no ve resultados inmediatos, pero se da cuenta y sigue actuando tal cual, entregando lo mejor siempre, mejorando cada desplazamiento, cada vez más rápido y fluido.
No se dará cuenta cuando su larga espera dará frutos reconfortantes. Recién en ese momento se da cuenta que la paciencia es una gran virtud.